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Estrategia: Pueden "decidir" portarse bien.


Enseñarle a nuestros alumnos adolescentes a tomar decisiones es fundamental. ¿Cómo aprendimos nosotros a tomar decisiones? Normalmente lo aprendimos a partir de los errores que cometimos, es decir, supimos que no fue una buena decision, normalmente cuando sufrimos las consecuencias. Ahora viene la pregunta de rigor. ¿De donde aprendemos mejor, de los fracazos o de los aciertos? La mayor parte de gente suele pensar que se aprende mejor de los fracazos. Si eso pasó por su mente no se apene, suele suceder. La verdad es que aprendemos más de nuestros fracazos, pero aprendemos mejor de nuestros aciertos. Es una sencilla comparación entre calidad y cantidad. Los fracazos suelen ser mayores que los aciertos (a no ser que usted sea de aquellos que nacio con "estrella" o superdotados) por ello sentimos que aprendemos más de ellos, pero de los aciertos se aprende mejor porque me pueden el camino para repetir el triunfo.

En ello se basa el tema de enseñarles a tomar decisiones. Los aciertos deben tener recompensas, TODOS los aciertos tienen una recompensa y los fracazos deben de tener consecuencias TODOS los fracazos. Es una de las mejores maneras de formarlos en tomar buenas decisiones. Entonces, según lo planteado, es posible marcarles retos y reglas para el cumplimiento de los mismos. En un aula de clase no sólo debería estar la lista de reglas de "convivencia" sino también la lista de reglas de "competencia" donde todos se vean involucrados.

La formación de grupos equilibrados en el aula debería ser una práctica concreta de búsqueda de resultados y de aprendizaje del trabajo en equipo. Por ejemplo, es muy práctico premiar a todo un grupo por los aciertos de algunos de sus participantes y sancionar al grupo por los desaciertos de algunos otros, explicándoles que por eso se llama "equipo". No se imaginan lo bien que va cuando entre ellos cuidan su propia disciplina sólo con la intención de lograr una meta o una recompensa... (de la charla: Educando en la excelencia 4: Valores de Liderazgo)

Las tres dimensiones de la Tutoría

Un tutor, que yo podría calificar como un tutor preocupado y esmerado, me consultaba hace unos días sobre qué debía hacer con un grupo de alumnos que no mostraban interés, ni ellos ni sus familias, por mejorar académicamente.

Ya conversé con sus padres, me decía, y no hay mejoras, hasta les he dado horarios para casa, pero sin el apoyo de los padres me es imposible hacerlos avanzar. ¿Qué debo hacer?
Sé que muchos tutores se hacen la misma pregunta y lo más probable es que han perdido algo de vista: Los tutores tenemos un trabajo tridimensional: un alumno producto de un esquema familiar, un alumno como persona y un alumno como parte de un equipo. En la experiencia que tenemos en Créalo hemos detectado que incluso los tutores más esmerados, en su mayoría contemplan sólo las dos primeras dimensiones, o contemplan sólo dos. Quienes ven al alumno como un producto de su familia, le echan la culpa a la familia, quienes ven sólo al alumno como una persona, pues dicen que todo está en él y quienes sólo lo ven como parte del equipo terminan discriminándolos. No se dan cuenta que verlo en tres dimensiones nos da mayores oportunidades y herramientas de mejora.

Este tutor olvidó el tema del alumno como parte de un equipo. Si por sí mismo no quiere avanzar, y la familia se desentiende, entonces el equipo lo hará. Tuve una experiencia agradable con un Cuarto de Secundaria donde fui tutor. El panorama era complicado: un aula que en general tenía un bajo rendimiento, padres desentendidos de los hijos, un par de problemas de drogas, y un par de alumnos con problemas de aprendizaje y una conducta que dejaba mucho que desear. En total eran 30 alumnos.

Luego de 6 meses de trabajo con ellos, su conducta había cambiado notoriamente, su rendimiento no era optimo pero habían subido considerablemente sus notas, debimos identifica y retirar de la institución a los alumnos con problemas de estupefacientes y lo más importante es que todos comprendieron la importancia de trazarse metas. Muchos me preguntaron como lo hice. Fue sencillo la verdad, trabajé las tres dimensiones y dadas las circunstancias me centré más en la dimensión de equipo. Había recompensas para el equipo y había metas que cumplir. En ese momento entre ellos se presionaban para cumplir con las metas y yo no tenía más que supervisar que utilizaran métodos de persuasión adecuados. En el tiempo se convirtieron en un equipo dispuesto a ganar algo como grupo. Eso mejoró su desenvolvimiento individual y hasta sus relaciones familiares. Como tutores debemos entender que las tres dimensiones son retroalimentativas… (de la charla de Escuela de Tutores: Cosechando los frutos: Exigencia al máximo

Enfoque de Optimismo


Muchas de las cosas que queremos enseñarles a nuestros alumnos, son cosas que aprenderán directamente de nuestra actitud, por ejemplo, el primer tema de hoy es el optmismo ¿qué tan optmista te ven tus alumnos? Tú puedes hablarles mucho al respecto pero si tú no eres optmista no van aprender mucho.

Optimismo significa en el diccionario de la Real Academia de la Lengua "Propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable", y ya desde hace algún tiempo, muchas personas han dejado de darse cuenta del detalle "más favorable". Optimismo viene de "óptimo" es decir, siempre un pensamiento optimista me llevará a imaginar lo mejor de cada persona o circunstancia. Algunos creen que ser optimista significa ver el lado bueno de las cosas o ser positivo, y no es así. Cualquiera puede ser positivo, pero no cualquiera puede ser optimista. El optimista siempre VE lo mejor.

Por esa razón el optimismo está relacionado a la palabra "fe". En la Biblia encontramos una de las mejores definiciones de esta pequeña gran palabra, dice "la fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve". Una persona optimista necesita tener un punto donde apoyar sus esperanzas y convicciones y "visualizarlas" en la mejor expresión. Daremos algunos ejemplos.

En algunas charlas de Desarrollo Vocacional que brinda Créalo, hablamos a los jóvenes acerca del tema de la convicción de lo que uno es y de lo que uno puede llegar a ser. La gente puede llegar a ser todo lo que su corazón crea que puede alcanzar y no lo que sus pensamientos le digan que puede alcanzar, porque los pensamientos se rigen por un estandar social, pero la convicciones se rigen por un corazón dispuesto a sobrepasar lo que sea necesario y eso es una cuestion de fe. Les decimos "una cosa es que estudies para ingresar a la universidad y otra es que, porque vas a ingresar...estudies" Parece un juego de palabras pero puede cambiarte la mentalidad tremendamente. Si yo creo que soy una persona de calidad, entonces actuaré en función de lo que creo de mi. Si yo creo que soy hijo de Dios, pues actuaré como tal, pero si creo que no soy ni uno ni lo otro, entonces no tengo nada porque luchar. Por eso la fe es para mentes superiores, porque escapa de los límites de la razón.

Enseñarle a los jóvenes a ser optmistas implica enseñarles acerca de la fe y que sepan diferenciar una persona de fe de una persona soñadora. Una persona de fe, sueña y hace que el sueño se cumpla a través de todos sus potenciales, el soñador sólo sueña. La razón limita, la fe rompe límites, la razón endurece, la fe ablanda. Enseñarles a ser optimistas es empujarlos a siempre querer hacer las cosas mejor y a buscar lo mejor. Dice también la Biblia "el justo por su fe vivirá", es decir, que si algo hay que enseñarles a los jóvenes es que si la fe es la certeza de lo que se ESPERA, y la convicción de lo que NO SE VE, entonces lo que aun no tienen y lo que aún no ven... es lo que los mantendrá viviendo a plenitud, porque siempre querrán alcanzar algo mejor... (De la charla de Escuela de Tutores: Educando en Excelencia 1)